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17/2/24

VAMPIROS Y ESPEJOS

 



Según la rumorología, los vampiros no tienen alma, y al carecer, su imagen no se refleja en el espejo. 

El Drácula (1897), de Bram Stoker, los repudia, aunque expresa con una bella metáfora que los espejos son como una «burbuja podrida de la vanidad del hombre». 

En la novela, decía el profesor Abraham Van Helsing: «Existen unos seres llamados vampiros. Algunos de nosotros tenemos la prueba de ello. Los vampiros existen, son fuertes y poderosos, están en este mundo para hacer el mal… Este ser no tiene sombra y su imagen no se refleja en un espejo». 

Aunque, esto no fue así con anterioridad. 

Podemos leer en «La dama pálida» (1849), de Alejandro Dumas, lo siguiente: «Me desperté a medianoche; mi lámpara ardía aún; intenté levantarme, pero estaba tan débil que tuve de repetir la tentativa dos veces. Finalmente logré superar mi debilidad, y despierta sentía en el cuello el mismo dolor que experimenté en el sueño, me arrastré, apoyándome en la pared hasta el espejo, y miré. Algo que semejaba la punzadura de un alfiler marcaba mi cuello. Creí que algún insecto me había picado durante el sueño, y como me sentía abatida por la extenuación me acosté de nuevo y me dormí. 

 A la mañana me desperté como de costumbre; pero entonces sentí una gran debilidad… me miré en el espejo, y me sorprendí de mi extraordinaria palidez» 

Aethyr (pag. 29).