11/11/22

EL PÁNICO SATÁNICO

 



A modo de introducción...

En el año 1980, en EE.UU, se publica el libro «Michelle Remembers» escrito conjuntamente por Michelle Smith y su esposo, el psiquiatra canadiense Lawrence Pazde, hombre de firme devoción católica.

Pazde en el año 1973 empezó a tratar en su consulta a una mujer llamada Michelle Smith (siendo tiempo después su esposa), quien padecía de una fuerte depresión asociada a un aborto espontáneo.

Tras diversas sesiones de terapia, decidió iniciar un conjunto de series de hipnosis regresiva, y por medio de ello, supuestamente, obtuvo recuerdos que indicaban que de pequeña, Michelle, había pertenecido junto a sus padres en una secta satánica.

De la información aportada por Michelle, lo más extravagante fue que refirió el haber sido sometida a rituales de abuso sexual infantil a la edad de cinco años, entre 1954 y 1955, a manos de sus padres, Jack y Virginia Proby, y varios miembros de un culto satánico.

En su exposición habló de ser, tiempo después, una de las «procreadoras», es decir, alguien quien tenía el rol de suministrar fetos para los sacrificios humanos realizados por la secta.

Y el efecto dominó no se hizo esperar bajo el «pánico moral».

Tal y como tomó popularidad y difusión el libro, aparecieron cada vez más terapeutas en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña con relatos casi idénticos. Sus pacientes adultos, conocidos a partir de ese momento como los «supervivientes», contaban bajo hipnosis experiencias de su infancia o adolescencia calcadas a las de Michelle.

La publicación de «Michelle Remembers» alimentó una auténtica histeria colectiva, con el presentador Gerald Michael Rivera afirmando que en el territorio estadounidense se albergaba a más de un millón de satanistas que practicaban actos execrables, realizaban pornografía infantil y que, probablemente, votaban al partido Demócrata.

Por otro lado, aparecieron predicadores como Mike Warnke, que había llegado a la fama en 1973 con su libro «The Satan Seller», donde relataba una infancia martirizada por Lucifer y sus adoradores.

En esta suma de ingredientes, tenemos también, que entre los años 1981 a 1989 la sociedad estadounidense dio un giro político a la derecha, donde un actor pasado a la política, Ronald Wilson Reagan, ocupaba la Casa Blanca después de «cazar» votos al codearse con la iglesia evangélica, convencida esta, de que el cambio de milenio traía consigo el Apocalipsis.

Los signos del «Pánico Satánico» llegó incluso a la cultura musical bajo la oleada anti-Metal de los 80. Donde existen dos claros ejemplos. Este tipo de música se vio como un transmisor en potencia de mensajes satánicos. Conocidos son los presuntos mensajes ocultos en discos de Heavy Metal, por cuya causa, la banda británica Judas Priest estuvo sentada en el banquillo acusada de incitar a sus fans al suicidio en nombre de Satán.

El también británico Ozzy Osbourne, por otro lado, fue demandado por algo parecido, aunque no llegó a juicio.

El ferviente fanatismo religioso de evangelistas, adventistas, miembros del movimiento carismático o neopentecostal, por citar algunos, arruinaron cientos de vidas como ocurrió con el caso Echols, a quien se le condenó simple y llanamente por ser diferente.

A Damien Echols, en 1994, le acusaron junto a Jason Baldwin y Jessie Misskelley Jr. de haber asesinado bajo un ritual satánico a tres niños de ocho años en la ciudad de West Memphis, Arkansas. Las evidencias se sustentaron mediante que escuchaba música Heavy Metal, leía libros «raros» y se pintaba las uñas de color negro. Pues, según explicó un supuesto experto en religiones: «eso era lo que hacían los satánicos».

Echols pasó dos décadas en el corredor de la muerte defendiendo su inocencia, hasta que en el año 2011 fue puesto en libertad.

El final del llamado «abuso ritual satánico» finalizó once años después de iniciarse el caso de la guardería McMartin. En 1983, la guardería regentada por la familia que le daba nombre y situada de Manhattan Beach (Los Ángeles) fue denunciada por Judy Johnson, madre de uno de los niños, acusando al cuidador Ray Buckley de haber violado a su hijo. Las acusaciones de Johnson contra Buckley, quien era hijo de Peggy McMartin, administradora, y nieto de Virginia McMartin, propietaria, fueron agravándose y acabaron señalando a todo el personal del centro.




Un año más tarde, en las vistas preliminares, Johnson afirmó que el cuidador y sus compañeros sodomizaban y torturaban a los pequeños, y que también, en el centro se realizaban sacrificios de bebés y de animales. Todos esos hechos, supuestamente, habían sido presenciados por los alumnos de la guardería según Johnson.

Aún a sabiendas de que Judy estaba diagnosticada de esquizofrenia paranoide y que era alcohólica, la causa siguió adelante. Y fue en 1990 cuando el juicio fue finalmente sentenciado. Judy Johnson había fallecido años antes, en 1986, y tras una extensa deliberación del jurado, los siete acusados fueron absueltos por falta de pruebas. Ray Buckley, quien había pasado siete años en prisión pudo recobrar una libertad injustamente privada.

Los daños de este caso se resumen en dos líneas:

- La guardería fue cerrada desde el comienzo del proceso y se demolió.

- La familia McMartin, bajo una acusación irracional, lo perdió todo.

Retomando la obra «Michelle Remembers», Pazder tuvo el intento de responsabilizar a la Iglesia de Satán de los hechos sufridos a su esposa, cosa que se zanjó cuando Anton LaVey le amenazó con demandarle por difamación.

Como dato, Michelle Smith y Larry Pazder fueron junto a varios padres a las vistas orales del caso McMartin.

Lawrence Pazder en una entrevista al «Mail On Sunday» refirió que quizás sus afirmaciones de 1980 no fueron del todo atinadas.

Pero el mal ya estaba hecho.